He tenido algunos problemas para darle un nombre a este artículo, y también para buscar la voz o la perspectiva desde la
que escribirlo. Finalmente y como siempre,
lo único que puedo hacer es hablar desde mi
experiencia, y de mi manera de
interpretarla, las cuales quizás coincidan con las de otras personas, pero que serán necesariamente diferentes a la de otras muchas.
Cómo mujer que ha sido educada en
la idea de libertad y en la igualdad de género, no puedo dejar de hablar de
algo que me sorprende y a veces me enfada de este país, y es la actitud, en mi opinión, bastante generalizada de los hombres senegaleses hacía
las mujeres.
Antes de decidir venir a Senegal, busqué experiencias de mujeres que hubieran viajado solas y que me dieran algunas pistas sobre la cultura en la que iba a sumergirme. Pero no encontré nada por lo que inquietarme, todas las recomendaciones eran en este sentido positivas, y no presté mayor atención a las voces que hablaban sobre la insistencia de los hombres a la hora de abordar a las mujeres.
Y es que ahora puedo afirmar, que una mujer sola puede tener una bella experiencia en Senegal de viaje o de vida, he tenido la ocasión de viajar en solitario en varias ocasiones por estas tierras africanas y nunca me encontré en ninguna situación dónde me sintiera incómoda o notara sensación de peligro. Sin embargo, también pienso que es interesante saber para cualquier mujer que se adentra en una cultura desconocida, la mirada que caerá sobre ella simplemente por el hecho de ser mujer. A lo que se suma en este contexto, el hecho de ser "toubab" (blanca). Quizás pueda seros útil, saber que aquí algo que nos daría miedo en Europa o nos haría reír, como que un hombre te siga por la calle y te insista en que le des su número de teléfono, o que te diga que te ama sin haber cruzado contigo más que un simple "bonjour, ça va?", aquí es normal.
Antes de decidir venir a Senegal, busqué experiencias de mujeres que hubieran viajado solas y que me dieran algunas pistas sobre la cultura en la que iba a sumergirme. Pero no encontré nada por lo que inquietarme, todas las recomendaciones eran en este sentido positivas, y no presté mayor atención a las voces que hablaban sobre la insistencia de los hombres a la hora de abordar a las mujeres.
Y es que ahora puedo afirmar, que una mujer sola puede tener una bella experiencia en Senegal de viaje o de vida, he tenido la ocasión de viajar en solitario en varias ocasiones por estas tierras africanas y nunca me encontré en ninguna situación dónde me sintiera incómoda o notara sensación de peligro. Sin embargo, también pienso que es interesante saber para cualquier mujer que se adentra en una cultura desconocida, la mirada que caerá sobre ella simplemente por el hecho de ser mujer. A lo que se suma en este contexto, el hecho de ser "toubab" (blanca). Quizás pueda seros útil, saber que aquí algo que nos daría miedo en Europa o nos haría reír, como que un hombre te siga por la calle y te insista en que le des su número de teléfono, o que te diga que te ama sin haber cruzado contigo más que un simple "bonjour, ça va?", aquí es normal.
Porque si vienes a Senegal, mujer, en la primera semana te sentirás bella y deseada por los hombres de este país, al octavo
día empezarás a entender el juego, pero al noveno probablemente ya te habrás
cansado de jugar. Rápidamente aprenderás a a usar las frases que convienen para desembarazarte de la presencia de algunos hombres que insisten en conocerte: “estoy casada y vivo aquí con mi marido. “Sí, mi marido es senegalés” llegarás a decir
cuando el hombre que te interroga te diga: "¡ah! Estás casada con un español,
pero tienes que buscar un marido senegalés”
A veces las ocurrencias de los hermosos hombres senegaleses te parecerán
divertidas y te harán sonreir, pero otras veces, volverás cansada del trabajo,
absorta en tus pensamiento y con muchas ganas de llegar a casa, y te abordarán en la calle,
haciendo la típica onomatopeya "chsiiii", que quiere decir “Date la vuelta y ven” y que lo mismo
la usan para parar a un taxi que a una mujer, y apretarás el paso, ya lo creo
que lo apretarás, con tal de no verte envuelta en la misma conversación de
siempre, esa que comienza por “te he visto por aquí y siento que me encantas…”
Y es que la actitud de los
hombres senegaleses hacía las mujeres navega entre la puerilidad y el machismo, por eso, a veces su manera de actuar te da ganas de reír y otras de llorar, y no digo
esto último de manera peyorativa, es sólo que me causa tristeza ver la incapacidad del género masculino para establecer una relación afectuosa con una mujer sin que
haya primero y claramente un interés de por medio. Aquí es difícil bucear en la sensibilidad de los hombres, ellos no esperan eso de una mujer, los roles culturales pesan mucho, los roles modelan el carácter y limitan las relaciones, sientes que hay menos matices, y mucha menos posibilidades de entablar una relación de amistad duradera con el sexo contrario.
Muchos de los abordajes de los hombres aquí se acaban cuando dices que estas casada, pero a veces la insistencia de algunos a pesar de este dato, puede resultar verdaderamente incómoda. Recuerdo un hombre con con el coincidí dos veces de camino al trabajo, la primera vez ya me dijo que le gustaba y la segunda esperando el autobús para volver a casa, me pidió que le diera mi número de teléfono, para tomar un té de vez en cuando, "ser amigos y hablar". “¿Porqué no me das tú número? Me gustaría conocerte” me insistía, yo le decía de la mejor manera de la que en esos momentos era capaz, que no disponía de mucho tiempo en mi vida, que ya tenía muchos amigos, que no quería ser desagradable, pero que no solía dar mi número de teléfonos a desconocidos, recuerdo además que ese día había acabado saturada de mi clases y tenía muchas gana de estar en silencio. Pero la retahíla de excusas que le daba, no parecían poner punto final a su insistencia. Finalmente le dije: “Es que yo no tengo ganas de conocerte, ¿sabes?” podía haberse acabado aquí la conversación ¿verdad? pues no, él me preguntó aún: “¿Por qué no?” Y es que pareciera que si hay algo que un hombre senegalés no acepta muy bien, sobre todo si viene de una mujer es un “no”. Me he dado cuenta que muchos se muestran sorprendidos cuando les rechazas, ofendidos o celosos, incluso cuando nunca has tenido una relación cercana o íntima con ellos, como si sólo por el hecho de desearte ya les pertenecieras.
Muchos de los abordajes de los hombres aquí se acaban cuando dices que estas casada, pero a veces la insistencia de algunos a pesar de este dato, puede resultar verdaderamente incómoda. Recuerdo un hombre con con el coincidí dos veces de camino al trabajo, la primera vez ya me dijo que le gustaba y la segunda esperando el autobús para volver a casa, me pidió que le diera mi número de teléfono, para tomar un té de vez en cuando, "ser amigos y hablar". “¿Porqué no me das tú número? Me gustaría conocerte” me insistía, yo le decía de la mejor manera de la que en esos momentos era capaz, que no disponía de mucho tiempo en mi vida, que ya tenía muchos amigos, que no quería ser desagradable, pero que no solía dar mi número de teléfonos a desconocidos, recuerdo además que ese día había acabado saturada de mi clases y tenía muchas gana de estar en silencio. Pero la retahíla de excusas que le daba, no parecían poner punto final a su insistencia. Finalmente le dije: “Es que yo no tengo ganas de conocerte, ¿sabes?” podía haberse acabado aquí la conversación ¿verdad? pues no, él me preguntó aún: “¿Por qué no?” Y es que pareciera que si hay algo que un hombre senegalés no acepta muy bien, sobre todo si viene de una mujer es un “no”. Me he dado cuenta que muchos se muestran sorprendidos cuando les rechazas, ofendidos o celosos, incluso cuando nunca has tenido una relación cercana o íntima con ellos, como si sólo por el hecho de desearte ya les pertenecieras.
Andar por la calle, ir en el autobús, montar
en el taxi, y que el hombre que tienes más cerca te diga, “Estoy buscando una
mujer blanca, ¿me das tu número?” es bastante normal. Yo no sé cuántas veces la
oído, incluso de la boca de conocidos, estando sus mujeres senegalesas al lado: “me gustaría
tener una mujer blanca” y tú estás allí
delante, y eres blanca, cumples el requisito, así que te hacen sentir que les vales. Por supuesto que no merece la pena ofenderse, hay que verlo más bien desde una perspectiva antropológica para entenderlo, la manera de relacionarnos hombres y mujeres es cultural, y atiende a comportamientos aprendidos en el seno de nuestra sociedad y a pequeña escala, nuestra familia, nuestro colegio y nuestro entorno más próximo, e igual ocurre con la manera de expresar u ocultar nuestros sentimientos. La sensibilidad y el respeto, las ideas de igualdad, son sólo ideas que si no te enseñan, no aprendes, tienes que conocerlas de alguna manera, estar en contacto con ellas y ponerlas en práctica y mucho antes de eso, creer en ellas.
Ofenderse no, pero estas actitudes te invitan a reflexionar sobre las todavía dolorosas desigualdades de género y del sufrimiento que éstas provoca en nuestras sociedades. Es imprescindible que cada uno de nosotros, hombres y mujeres, nos preguntemos que rol jugamos en este conflicto y si fomentamos con ello las injustas diferencias de género.
Como mujer aquí, me siento a veces cosificada, con un margen muy limitado para expresar opiniones y sentimientos y
compartirlas con el género masculino, algo que para mí ha sido y es habitual en
mi vida.
“te quiero” “te amo” “me
gustas” son sonidos que escuchas aquí mucho antes de que ese sentimiento llegue a materializarse, mucho antes de
que se crucen las miradas y los cuerpos. Se dicen como tantos otros,
completamente desligadas de su verdadero significado. Sólo sonidos. Primero
llegan a tus oídos, y después a los de las demás, porque cualquier cordero
quita el hambre, desde el más pequeño hasta el más grande. Viviendo y
trabajando con europeas ha sido muy fácil constatar esta manera de actuar de
muchos hombres, que consiste en ir tentando a la suerte con cada una de
nosotras en un periodo extremadamente corto de tiempo, mismas palabras,
mismos mensajes, misma insistencia. De
tan superficial finalmente gracioso, aunque no creo que lo sea tanto para las mujeres que se enamoran de un hombre senegalés.
Lo que está claro es que lo que entendemos por AMOR en Europa, todo ese
concepto lleno de frases e ideas en el que nos gusta tanto detenernos, o eso que hemos dado en llamar "romanticismo" aquí en
Senegal, es otro tipo de transacción diferente, como lo es la manera de los
hombres de aproximarse a las mujeres y viceversa. Un juego parecido pero con papeles distintos.
Cuando empiezas a tener una relación más o menos de amistad con un hombre africano una de las primeras cosas que te dice es: "¿Cuando vas a cocinar para mí?" y yo siempre respondo, "¿y tú, cuando vas a cocinar tú para mí?"
Difícil de aceptar como digo para alguien entrenado en el discurso de la equidad de género.
"or voilà qu'il découvrait qu'il étais raide cinglé de cette fille dont il ignorait Jusqu'au son nom, qu'il voyait pour la première fois, et il étais convaincu qu'elle était la femme de sa vie, celle que le bon die lui avait predestinée, celle qu'il attendait, et qu'il aimera toujours. Il fallait qu'il le lui dise, ici et maintenant"
Cuando empiezas a tener una relación más o menos de amistad con un hombre africano una de las primeras cosas que te dice es: "¿Cuando vas a cocinar para mí?" y yo siempre respondo, "¿y tú, cuando vas a cocinar tú para mí?"
Difícil de aceptar como digo para alguien entrenado en el discurso de la equidad de género.
"or voilà qu'il découvrait qu'il étais raide cinglé de cette fille dont il ignorait Jusqu'au son nom, qu'il voyait pour la première fois, et il étais convaincu qu'elle était la femme de sa vie, celle que le bon die lui avait predestinée, celle qu'il attendait, et qu'il aimera toujours. Il fallait qu'il le lui dise, ici et maintenant"
Ramata, (Abasse Ndione)