Así es cómo debí llamar a este
blog. Es el quinto día, son las cuatro
de la mañana y ya sé con certeza que el nombre de “Senegal Ahora” no le va
a hacer justicia…
Hace apenas unas horas que me he
instalado en la que será mi casa lo que dure mi experiencia senegalesa. Es
grande y nueva, rafettna, rafetnna…
todo un lujo en esta ciudad. ¡Que emoción cuando hemos llegado mi compañera
francesa y yo a encontrarnos con el último inquilino con quien compartiremos
este espacio, un chico inglés que también ama este país. Además de compartir piso, somos
compañeros de trabajo y probablemente de más de un viaje, así que estamos
emocionados y divertidos construyendo el puzle de nuestra nueva vida.
Estaba segura de que esta vez dormiría bien después de cuatro noches asfixiantes.
Sentía que mi cuerpo y mi cabeza se estaban empezando a adaptar a la nueva
sensación térmica. ¡Pero qué ilusa he sido!
Tenía uno de esos sueños que a
veces me ocurren narrados y vividos en forma de película dónde yo era a veces
la protagonista, a veces la que miraba, ahora un hombre y después una mujer, y
de pronto me despierto sudando para variar, los ojos quemándome, la boca
también. ¿Qué me ocurre? Me echo encima de la cara el agua de la botella que
duerme junto a mí y me levanto. Es sábado y afuera están pasando cosas.
“Monsieur, perdone, ¿Qué es ese ruido tan fuerte que
viene de afuera?, ¿acaso viene del aeropuerto?” “¿Qué ruido señorita” “escuche ¿no
lo oye?” “ah eso… son ranas, es a causa de la lluvia de los últimos días”.
¡Ranas! Este barrio está hoy lleno de ranas. Hace unos minutos nosotros
mismos, abriéndonos pasos entre los charcos de nuestra calle, hemos visto
saltar a una delante de nuestras narices, “¡chof!” como si estuviera dándonos
la bienvenida.
Salgo de la cama, pero ¡¿Qué
habré tocado?! Me arden los ojos así que tomo un antiestaminico, me visto. ¿A quién
pediré ayuda si me pasa algo ahora? La calle ya no está dominada por el canto
de las ranas, si no por tambores y los rezos provenientes de la mezquita. Cada noche Dakar es un concierto de
diferentes sonidos. Dónde cabras, ranas y grillos forman parte de la orquesta.
Los cantos de la mezquita esta vez durarán casi hasta las cinco y media, el tiempo que el
ardor que me quema los ojos me impedirá cerrarlos.
Llego a ciegas hasta la pared
para encender la luz. No hay. Cojo la linterna y llego hasta el baño, la luz está cortada como en mi peor
pesadilla, esa en la que me levanto de la cama y no logro encender ninguna de
las luces de la casa, ni contactar con alguien por teléfono. Iluminando con mi
pequeña linterna del espejo, compruebo que aparentemente no tengo nada en los
ojos, más que la marca de las ojeras que se va agrandando día a día, pero me
quema mucho y decido ducharme, a oscuras…tan solo un con el hilo de luz de mi
linterna reposada en una esquina del baño. Sigo pensando en todas los productos
que he tocado en las últimas horas. Ya lo sé. De pronto mi cabeza empieza a
asociar, el primer día en Dakar usé un antimosquitos el cual extendí en
diferentes partes de mi cuerpo, lo había comprado en Madrid, todo fue bien, hasta
que extendí el producto en mi cuello y en mi pecho, en seguida empezó a
quemarme y enrojeció por lo que tuve que retirarlo con agua en seguida. La
mosquitera que acababa de comprar e instalar en mi nueva habitación, estaba
impregnada del mismo producto, y no había hecho falta que pasara ni una hora
debajo de ella para que mi cuerpo empezara a reaccionar.
Cojo la bolsa en la que está guardada
y leo: 80% delthamethin. Cojo la loción antimosquitos: “Advertencias: No ingerir. Irrita los ojos”. Altamente inflamable. Y de pronto viene la luz. De pronto,
como todo lo que ocurre en este lugar. Ahora las voces provenientes de la
mezquita se mezclan con otras que la siguen como en un coro, cogen un nuevo ritmo,
y abandonan aquel que las convierte en letanías. Entra en la banda de la ciudad
el cantar del gallo. Son las cinco y media de la mañana. Quito la mosquitera y
me tapo hasta las cejas.
Estoy en África.
Me encanta esta pequeña ventana abierta por ti a ese rincón del planeta...me encanta saber de ti Cuidado con tus aventuras/desventuras. Un beso...o dos...o tres
ResponderEliminarPues mima mucho esos ojitos, que les queda todavía mucho por ver allí...
ResponderEliminarExtrañándote mucho pero feliz de verte realizada.
Un besito.
Ma ..... Esto me recuerda a cuando me queem con un anti insectos.... en mi afan de matar una cucaracha no me acorde de eso de producto inflamable.... aisss hay que tener mucho cuidado... cuidate y cuenta con nuestra visita verdad tearpeutatemprana????
EliminarBss
Bea
Ya vendrán más aventuras que desventuras en tu viaje por África, mientras tanto mi voz de enfermera no puede evitar decirte: ¡Cuidado con los mosquitos! ¡ y con tus ojos!
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Ana V.
Gracias a todos por vuestros comentarios, son cosillas que no se pueden evitar, y que vas aprendiendo sobre la marcha.
ResponderEliminarMuchos abrazos.
María corazón ¡por favor! acostumbratte a leer todos los prospectos e indicaciones antes de hacer uso de cualquier producto. Lo siento me sale la vena de padre.
ResponderEliminar¡Jooo! qué bonita tu forma de transmitirnos "tus crónicas senegalesas!
Un abrazo muy fuerte