Nunca la lluvia me gustó tanto
como aquí. Tanto es así, que a veces me da un poco de pena que esta estación esté a punto de
acabar…
La lluvia te da oxigeno en Senegal, trae viento y frescor. Después de la tormenta
apetece salir, a pesar de los mares de barro que te ves obligado a sortear en
tu paseo.
Sé que algunos no lo soportaríais
pero a mí no me molesta. Nunca me importó mancharme gracias a lo cual, ahora
puedo sentarme sobre la tierra de las calles de Dakar sin asfaltar a compartir
un té con cualquier senegalés o correr detrás del autobús salpicándome las pantorrillas
en cada charco que intento saltar.
Siempre salgo a la calle hacer lo
que debo, sea cual sea la intensidad de la lluvia, pues aquí las tormentas suelen durar más que tu
paciencia, para esperar a que acaben.
A veces es tal la cantidad de
agua acumulada en las calles, que simplemente te ves obligado a meter los pies
hasta el tobillo en ellas para llegar ¡o salir! de algún lugar. Entiendo que esta experiencia de saltar charcos
sucios no es para todo el mundo, pero a mí me parece entretenido, y no
digamos ya estar muriendo de calor, que el cielo se cubra y te regale una ducha.
Yo veo a los senegaleses correr como locos después de los primeros truenos, mientras
yo continuo andando con la misma parsimonia hacía mi destino dejándome mojar por las
primeras gotas.
Aunque chapotear en las calles de Dakar, no está exento de riesgos. Una
compañera francesa me contó que la última vez que vino a Senegal, una picadura
de mosquito aparentemente inofensiva que tenía en el pie, se le infectó por caminar en chanclas por las calles barrosas. No voy a entrar en
detalles, pero creo que no fue una experiencia agradable. Así que ahora cada
vez que me mojo los pies y tobillos en las calles, lo primero que hago nada más
llegar a casa es desinfectarme las picaduras y cualquier otra herida que pueda
tener... ah oui, Il faut absolument…
Y paseando por la ciudad mojada, me
pregunto una y otra vez, como pueden mantener las senegalesas sus vestidos tan
radiantes y limpios entre tanta suciedad.
Mercado de Ouakam |
Barrio Sacre Coeur en septiembre |
Resultado de la mezcla de lluvias y suciedad |
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