martes, 3 de septiembre de 2013

Aventuras y desventuras en el África subsahariana


Así es cómo debí llamar a este blog. Es el quinto día, son las cuatro de la mañana y ya sé con certeza que el nombre de “Senegal Ahora” no le va a hacer justicia… 

Hace apenas unas horas que me he instalado en la que será mi casa lo que dure mi experiencia senegalesa. Es grande y nueva, rafettna, rafetnna… todo un lujo en esta ciudad. ¡Que emoción cuando hemos llegado mi compañera francesa y yo a encontrarnos con el último inquilino con quien compartiremos este espacio, un chico inglés que también ama este país. Además de compartir piso, somos compañeros de trabajo y probablemente de más de un viaje, así que estamos emocionados y divertidos construyendo el puzle de nuestra nueva vida.

Estaba segura de que esta vez dormiría bien después de cuatro noches asfixiantes. Sentía que mi cuerpo y mi cabeza se estaban empezando a adaptar a la nueva sensación térmica. ¡Pero qué ilusa he sido! 

Tenía uno de esos sueños que a veces me ocurren narrados y vividos en forma de película dónde yo era a veces la protagonista, a veces la que miraba, ahora un hombre y después una mujer, y de pronto me despierto sudando para variar, los ojos quemándome, la boca también. ¿Qué me ocurre? Me echo encima de la cara el agua de la botella que duerme junto a mí y me levanto. Es sábado y afuera están pasando cosas.
“Monsieur, perdone, ¿Qué es ese ruido tan fuerte que viene de afuera?, ¿acaso viene del aeropuerto?” “¿Qué ruido señorita” “escuche ¿no lo oye?” “ah eso… son ranas, es a causa de la lluvia de los últimos días”.
 

¡Ranas! Este barrio está hoy lleno de ranas. Hace unos minutos nosotros mismos, abriéndonos pasos entre los charcos de nuestra calle, hemos visto saltar a una delante de nuestras narices, “¡chof!” como si estuviera dándonos la bienvenida.
Salgo de la cama, pero ¡¿Qué habré tocado?! Me arden los ojos así que tomo un antiestaminico, me visto. ¿A quién pediré ayuda si me pasa algo ahora? La calle ya no está dominada por el canto de las ranas, si no por tambores y los rezos provenientes de la mezquita. Cada noche Dakar es un concierto de diferentes sonidos. Dónde cabras, ranas y grillos forman parte de la orquesta. Los cantos de la mezquita esta vez durarán casi  hasta las cinco y media, el tiempo que el ardor que me quema los ojos me impedirá cerrarlos.
Llego a ciegas hasta la pared para encender la luz. No hay. Cojo la linterna y llego hasta el baño, la luz está cortada como en mi peor pesadilla, esa en la que me levanto de la cama y no logro encender ninguna de las luces de la casa, ni contactar con alguien por teléfono. Iluminando con mi pequeña linterna del espejo, compruebo que aparentemente no tengo nada en los ojos, más que la marca de las ojeras que se va agrandando día a día, pero me quema mucho y decido ducharme, a oscuras…tan solo un con el hilo de luz de mi linterna reposada en una esquina del baño. Sigo pensando en todas los productos que he tocado en las últimas horas. Ya lo sé. De pronto mi cabeza empieza a asociar, el primer día en Dakar usé un antimosquitos el cual extendí en diferentes partes de mi cuerpo, lo había comprado en Madrid, todo fue bien, hasta que extendí el producto en mi cuello y en mi pecho, en seguida empezó a quemarme y enrojeció por lo que tuve que retirarlo con agua en seguida. La mosquitera que acababa de comprar e instalar en mi nueva habitación, estaba impregnada del mismo producto, y no había hecho falta que pasara ni una hora debajo de ella para que mi cuerpo empezara a reaccionar.

Cojo la bolsa en la que está guardada y leo: 80% delthamethin. Cojo la loción antimosquitos: “Advertencias: No ingerir. Irrita los ojos”. Altamente inflamable. Y de pronto viene la luz. De pronto, como todo lo que ocurre en este lugar. Ahora las voces provenientes de la mezquita se mezclan con otras que la siguen como en un coro, cogen un nuevo ritmo, y abandonan aquel que las convierte en letanías. Entra en la banda de la ciudad el cantar del gallo. Son las cinco y media de la mañana. Quito la mosquitera y me tapo hasta las cejas.

Estoy en África. 

  







6 comentarios:

  1. Me encanta esta pequeña ventana abierta por ti a ese rincón del planeta...me encanta saber de ti Cuidado con tus aventuras/desventuras. Un beso...o dos...o tres

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  2. Pues mima mucho esos ojitos, que les queda todavía mucho por ver allí...
    Extrañándote mucho pero feliz de verte realizada.
    Un besito.

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    Respuestas
    1. Ma ..... Esto me recuerda a cuando me queem con un anti insectos.... en mi afan de matar una cucaracha no me acorde de eso de producto inflamable.... aisss hay que tener mucho cuidado... cuidate y cuenta con nuestra visita verdad tearpeutatemprana????

      Bss
      Bea

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  3. Ya vendrán más aventuras que desventuras en tu viaje por África, mientras tanto mi voz de enfermera no puede evitar decirte: ¡Cuidado con los mosquitos! ¡ y con tus ojos!

    Un abrazo enorme.
    Ana V.

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  4. Gracias a todos por vuestros comentarios, son cosillas que no se pueden evitar, y que vas aprendiendo sobre la marcha.

    Muchos abrazos.

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  5. María corazón ¡por favor! acostumbratte a leer todos los prospectos e indicaciones antes de hacer uso de cualquier producto. Lo siento me sale la vena de padre.
    ¡Jooo! qué bonita tu forma de transmitirnos "tus crónicas senegalesas!

    Un abrazo muy fuerte

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